Espigón sobre laguna, las líneas
que los pentagramas derrapan hacen
volanta de palomas. Lo Setúbal
florece de los peceros al pesero
en que bajan. Del espacio
al tiempo.
Espigón sobre laguna, las líneas
que los pentagramas derrapan hacen
volanta de palomas. Lo Setúbal
florece de los peceros al pesero
en que bajan. Del espacio
al tiempo.
Si hubiera el disco de tu vida, corazón, sería
lunes encharcado amor que su rebaba exhala,
jala lo que no dice sino por sus estampidas.
Rinconcillos de lluvia dadas en la torre sin otra
altura que su escara dizque a trenes en torrente.
para Mario Montalbetti
Cáscara el camino de ida el
naranja en la tierra azulina.
Advertido asíntota de ninguna
vuelta que no sepa del yute
que su arado.
Quién te crees que eres, musita.
Quién quién quién, te crees. Musitan
dizque incluso sin lírica ni tilde.
El morbo arremangado pende
visible de los silencios sin marco
reseñados. Minuta de ese mayoreo
de taquilla en mostrador de los
tropiezos.
Dizque, 2014
Del silencio nadie escapa
sino para servirse en su relieve.
Nido ciénaga, cable de cabuyería
echado a mano alzada.
Remo por vuelta de inclinarse
achicador del musgo propio.
Ángeles de lo picado singladura.
El poema carece de occidente.
Zarpan sus restos de por muelle.
por las venas de arribo sierpe
repetidos. Ostra incurable.
O en su tendido el diario de
escritora como quien dice Ñora;
strictu sensu. Casa, habitación
manuscrito, racimos del tipeo.
O las ciudades palomas por
sus pájaras.
Líneas en esas tiras con las
manos del rostro: techo en esos
restos atravesados techos sobre
techos ciegos. Catalejo en el
mimbre sin reflejo, abiertos
los gajos del acervo.
Búferes de la neblina
que la mañana entra como
letra que cabe descascarada
Uno allí sin donde índice
hace pie del baile que
nos trajo singlar en lo
que a resto, remero como
letra orilla de sus olas.
En ese fondo afrenta los relieves acunan,
la forma. Esa que no por menos imaginaria
atisba descuidarse en ese.
Real que sus raíces de títere tienden. Tentáculos
tendidos en la discreción de los hilos. Invisibilidad
por guiones
medios.
Carretel marquesinas del mito equilibrio.
Raudal que erige dizque en sus plurales.
Una línea de forma dizque
a cosa. Dizque fragua de sangre
que la savia. Diéresis de mimbre
en la brisa de la sábana.
Toda la miel de las épocas
hizo todo lo lejos. Parecidos
estacas, noches pájaras. En
la soberanía del ahora que
el tiempo en su marea deja.
Retirados gajos con la sal
del nudo amor, marina del
rosal cuerda del beso.
Lanza del soneto.
Del ahora su espátula la víspera. Lo que
prosterna actores por su dizque repleto del
asomo en el yute. Hebra por soga. Corazón
coneja por su sombra.
Y en hora del ahora su espátula de borra
echada de boronas en acrílico. Vanidad
del asedio en el aserto del veneno Oído.
Dizque diario en el veinte dizque
sin accidente meteoro del tiempo.
Caballete.
Verso a cuerda el sintetizador silueta del camellón. Todo
lo caballito de mar que se pueda en la única mente horquilla
que madruga. Descargadas las estaciones de la estrella de
un río tras otro.
De metales cayendo extraña es esta ciencia que
siempre llega al porte por su tiempo fantasma que
todo lo corroe amaneciendo mar que ocupa y hace
noche con los bordes que abroja por sus pinzas.
Entrada de camión al coro que
la masa por sus naves quema con
la sal de la armonía.
Y en su equívoco, un coraje
menor se abre con el mar que sus
aspas erosiona de utilidad,
una tachadura que ventura.
Esta demasía que por sus redundancias hace
playa, desmenuzados los espinos. Avernos de
lo tenue que al remix del aviento ensalma de
pinturas. Relieve tras relieve con la sombra.
Y estrella en su vejez de ola estampa sobre
lo que muelles.
Pérdida en lo que cesa echarse a noche
otra para sí misma estrellada o anáfora.
Una rama que se quiebra escuché que somos.
Plexo encantado de una rama sobre el caracol
de brisa de la noche. Cuando la séptima hebra
de Janucá enciende lo que no se extingue pabilo
corazón opaco del enigma. Cauce estrella
más acá del latido. Cause sin asilo
amor sin raíz de
las palabras.