De Brooklyn a Connecticut.
Un emporio de signos en la herida
de vidrio que jalona escuchada
por los ojos ese rasgo no toda
palabra percutida.
Nido de corte por espigas, la mira.
Y en la idea de alambres sin trayecto
el paso elemental, enjundia las agujas,
en cachar el agave sutil de lo punzante.
Oculto en ese mar carne de Kobe.
KOJÈVE, 2016
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