Soñé que un papalote me tiraba hacia el mundo y que el hilo encerado de algodón
del que pendía cedía hebra por hebra sus filamentos, lentamente. En cámara lenta,
me decía con miedo. Mientras la imagen ciega también se deshacía hasta volverme plano envuelto -estrago- punto oscuro aumentativo que incesante aglomeraba espacio. Y en ese rapto vorágine estuve indespertable un ápice al raro plural
físico que me extraviaba.
Default para advertir la contingencia. Luego luego.
Tiempo después en plena semántica ordinaria tras sus resonancias olvidadas
-aun tan anacrónico- insistía sinuoso en la pared de enfrente sobre la ventana,
un cartel inmobiliario sobreimpreso manuscrito que subrayaba, sale y vale.
Mañana del poema, 2016
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