Abastecido silencio
bate el oso en el olvido
hecho mandado
a cero.
Como nunca se dice casi
astillas, cajones apilados
por permanencias dóciles.
Y apilados a golpes en
el dado de ese olor gramíneo
que las olas del aire hacen al
barro latigazo. Paréntesis
del mar sin dios que desde
abajo surte relámpagos
sin noche.
Rebabas en el ave
de las turbinas.
Ranura de la sal entre
las manos en el limón
del tiempo de las cosas.
Abastecida lengua
vuelo de los osos
sobre el párpado.
Arpones de la mira.
KOJÈVE, 2016
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