las joyas de la sed arden al fondo
Octavio Paz
el futuro está siempre bastante limpio,
noventa y nueve por ciento de papel y un poco de
telgopor, arbolitos de madera balsa
que casi ni sombra,
casi ni sombra, Marforio, echan.
Daniel Samoilovich
País del que se vayan todos
donde todas las balas son de plomo.
La nueva zanahoria es cielo abierto.
Goma que la brisa acumula y sutura.
Bleque sobre las madreselvas, arsénico
y zurcido con pulgares de arena
cambiados de títere.
¿Media de qué clase es la que anuda
horrores con golpes de efectos enunciado
aglomerados?
¿Tan llenos de gente?
¿De qué estrellas?
Cuantías para el baile hecho
de plaza a plazos de efemérides.
Bienvenido al afuera,
dice la recepcionista-notera.
Alguien sale por botón rojo, pido del gancho.
El mundo de ese dentro adentro su majestad
en monitor devuelve sido y sí mismo.
De la casa al país juego de niños.
Periférico juego monolítico.
Espejo de las cuentas hecho masa.
Crédito y súbdito sitio
traducido de culpas de goma.
Broma y zoncera. Zanahoria siempre atada,
vaca de otrora vacunada a no sabíamos.
Nuevo glosario y moral de crina limpia
acomodado a regodeos de eficacia
de consenso contra perejiles, gorilas y solfeos.
Contra el mal de ojo relámpago. Unos y otros.
Propaganda y becerro, el antiguo derrame
en obsecuencia. Todo cambia de dueño
como de cebo. Arrastre regadera de muertos
sólo que ésta vez de pie como hermanitos,
la analogía de estampita obtuvo género.
Big Brother and mather , progreso y monitores.
De la Singer al simulacro laptoc. Donde
el visto hace nuestra la imagen maniquea
puesta a raya. Santificada laicidad de la patria
feliz jardín de infantes.
La mitad del contenido de este poema, esta en el aire, es explosivo como la realidad que refleja teñida en rojo.
ResponderEliminarUn abrazo.