Tuerca como olas esas vueltas
felinas son la horma. Lo que a huella
desbroza sin desfonde. O habido tanto
su ni modo es borde mismo, enraizado
tras candiles. Brisa de la galera que
acomoda su lengua antes
del truco.
BENTO, 2024
Tuerca como olas esas vueltas
felinas son la horma. Lo que a huella
desbroza sin desfonde. O habido tanto
su ni modo es borde mismo, enraizado
tras candiles. Brisa de la galera que
acomoda su lengua antes
del truco.
BENTO, 2024
¿Halla el corte su costal de
sombra de liana marítimo?
Sol coral del Pacífico,
Adriático
Índico.
BENTO, 2024
Irreducible arcilla de arena irreductible. La brisa
es desde la Teja el menos avistaje mar que nadie hizo.
Océano del riesgo. Un amarronado que nada por los
mitos del río. Con fardos de lo movedizo que enraíza
cada remanso suyo innumerable curva lo que pasa
por su ojo. Y trae el horizonte a sus secretos
de camalotal isla por isla.
BENTO, 2024
Resplandores acuosos de los autobuses en ese impacto
que no alcanza para destellos. Disidentes del sexo que
la lengua de inicio dizque zanja. Disuelta lengua en lo
que sin suyo del cuerpo se agita haciendo olas de oso.
Alrededores del aliento. Incluso por el centro que carece
de hollejos donde el simulador de vuelo de las palabras
dan al duelo pedales al aire por milicias. Mirto a mirto.
Aquella pubertad espera la llegada del signo lingüístico
que arrase los prejuicios como la hierba leña al fuego,
con tormentas que insisten el verano de mitos por su este.
BENTO, 2024