Dijimos lo tieso enfrascados en una mitología
más torpe que su chistecito. Menos cero que luego
esa una que aloja vectores de la sombra sin relojes.
Siesta tolteca metida por su brisa de hendija en el
hocico que la memoria jala ardid de una lectura.
Lo que conmueve ladra por los muelles.
Puesta en antiguo por las hembras cada cuenco.
Ese jamás sin cetro polvo que apoltrona cayendo
narrativo. Donde párpado la emoción abre su hierba.
Puerto de la década en la flor más tendida
del frío que no sutura corpulencia de la caricia.
Este nido de miel del vino de ladridos.
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