lunes, 31 de diciembre de 2018

LA SUELA DE UN PASEANTE


Calcina lo que engendra de anhídrido 
en cuasi adrenalina. Y en ese circunloquio 
de cal por su salitre arena su reloj de sol 
arde esa hora salida la ciudad inútil tras 
la caza de un libro por su casa. Punto agonal
que pulsa sosiego desactivado tiempo sin otro.
Calcina carga de vacío insistido que alucina.

¿Querrá el decir el polvo de su oro? 
¿Su signo más genuino?
¿Querrá de sí pelar lo sido?  

Reses de gancho con brillo de sonrojo a
directoras y muñequitas de porcelana, sinuosas
mandilonas. Amos de asno tontera del tañido 
visible y por la sombra. Tildes del embrujo.      

Porque arado del tiempo somos imposible. Plural 
desecho hecho risible. Albumina de albur luz del 
silencio juntado en el lirismo que los mostradores.

Solemnidad que por alambre desmorona.
Dizque dequeísmo. Celeridad de gendarmes 
que excomulga. Llevado encima música
grafito.       



                                                                                   

                                                                               VELÁZQUEZ, 2018



 

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