De nuevo la noche no reitera los versos.
Sólo un pogo de solos sin luciérnaga.
Silencios aventados de insistir sin réplica.
Esta noche extraño el día, el viento, el cielo.
Extraño haberte tapado con sábanas de lino.
La manta de la noche del mar siempre extranjero.
Buenos Aires. El río. Tus homóplatos.
Las cuerdas alcoholinas que caen como peras
del olmo de mejillas. La mirada de padre
cuerdas del trasiego en la siesta.
Escamas de lo visible del manubrio de olvidos.
Toboganes sin riestra ni atrás dejados
nada, hamacas en la víspera.
El instante ensalma del racimo la tardanza
sin metro de la estrella. Polar susurra
extremidad, arenas movedizas. Olas de
pestaña en la palabra adoro.
La ciudad del deseo no es un muelle
diamante de arcilla en el paisaje de fuego.
Ciudades epidérmicas del fruto.
De La sangre de la letra, 2012.
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