lunes, 27 de enero de 2014

EL ADIOS QUE NO ENVIUDA PUERTA A PUERTA



Todo huele a vinagre. 
José Emilio Pacheco




Lo estimable a las mañanas no acuerda con las manos
ni ésta a la pluma donde embarca lo que transita
siempre en otra parte. 

Lo estimable es decir
por escrito inefable 
ésta mañana pétalo de su anoche
sin mandado.

Eso, otra cosa ello, del ánima en el alba.
Lectura en lo que nadie no es sino ese vino.
Nido que a los trayectos sino
árboles el verso construye raíz por sus ramajes.

Sol en el pabilo, sol ni modo.
Y entre ellos, la florcita de fuego que recuerda.
Corazón del color que la palabra gérmen teje, enciende.


Cuando la canallada orienta sus diatribas mediocres.
Cuando a los porqueses todos juntos el granel se los traga.
Cuando inverna el ahorita la tarde al mediodía.
Cuando los adjetivos.

El olvido se agita de enunciados. 
Memora. Lámpara, menorá, corazón del color 
que la palabra gérmen teje, enciende, de lo obscuro.









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