El envión de volada de una felicidad
a la que se accede al salir de la sala. Ingreso sin salida.
Los trabajos del duelo como un disco
sin garantía. Dejado caerse
sombra disuelta en sus frazadas,
Gian Lorenzo Bernini en las horas de sal
de la palabra horizonte, buey sintetizador
piel de nadie.
Y ese horizonte donde se precipita sentido.
Mañana donde sábado el viento de los viernes
se inmola loop que se empecina
ser de abrojo.
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