sábado, 21 de diciembre de 2013

LUZ DECEMBRINA


Un fresco abrazo invisible la nombra de lo tibio;
solar de Xochimilco que dora la región más transparente. 
Mirada de quien no hizo costa el destino ni colosal 
lo delicado, disloque al cielo desvarío.

La ignoro sin inicios en el tendal paródico epidérmico.
Gusto de la frondosa furia insabida del solsticio,
sus invernales atisbos de racimos que encubren
su versura en betabeles amanecidas por chinampas.

Y las gentes sin branquias que aleteaban no recuerdan su
ahora. Simbraderal de olvidos sin gentilicio. Caléndulas y
fuego de la mano en barrancas de Virgilio, lo que desata
y halla en abandono lo que los campos aran.   

Las leguas tienen poros sin lava. Estancias cenicientas
de capricho inmensurable, frutos donde al rumor lo cuecen
lento los cilantros en primeras heladas descampadas. Del
cariño entre surcos de agua entre los cuencos. 

Hondura sin otro de la bestia del orden apaisada. Dizque
bosquejo don de los señores hechos pan del arribo. Cocoles
del azul rebelde gusto en la distancia. Tiempos de 
intensidad siempre arrancados cuajo de los calendarios.   

Al pastoreo el poder tritura hijos, madres como terneros,
pasto viejo, arrasado de zombis menos libres del sur 
orco enquistado. Relato de las góndolas del saqueo. 
Entre leteo y hiena, el río del ganado por las tripas.

Lindo es mirar la tarde sin callados canallas. 
Tardecida la piel de los caballos labios lavanda  
en charamusca acariciados. Hemisferio de párpados 
florecidas de ello en eso invisible, formas dignas.  






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