A las imágenes las ensaya el ver que en sus tanteos ciega todo saber. Una lentitud en ellas que la palabra deja filtrar en gestos de escritura. Callados ensalmos de pensamientos sidos. Hechos desempotrados de soportes.
Al capullo lo sotiene el enigma, su plural cadencia sin respuesta. Una invisibilidad insoluble.
Arboleda, cerillo consumido, de la orfandad de carbón abierta en lo fugaz del lila. Fluo de jacarandá entre la llovizna tiznada de pastel.
Táctiles. Crédito y subrayado imantan la apetencia del pensar por escrito. Donde los viajes dicen párpado lo insitu se disipa y dispara. Cámara de la noche que lo móvil descarta.
Aluvionales y acuosos cada posta hace charco y espejismo. Carretera, pavimento y distancia. La ilusión sólo fija sin porvenir todo tanteo. Algo de banquina habita en las orillas sin pretender intemperie. Nada lo natural estrago édito. En su pose hendida finge novedad y mensura.
Bajo muelle suele acordarse el valle que no hay otra memoria para lo que no vemos. Periferico el mundo se enhebra entre las ramas. Sin gentilicio pretende nombres para su gestión de prestigios. Enseguida algún pájaro señala. Sin poso el tiempo anida los vestigios que lo descubren huella.
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-Al capullo
ResponderEliminarlo sotiene el enigma,
su plural cadencia
sin respuesta.
Una invisibilidad
insoluble-
Me quedo con este fragmento
sostenido por invisibles lecturas.
Natalia Litvinova